Aplicación práctica del desarrollo físico del futbolista. Del fútbol base al fútbol profesional

El desarrollo físico del fútbolista es un proceso que se debe gestionar cumpliendo una serie de etapas y requisitos. Hablamos de ello en este artículo

Sabemos que los deportistas jóvenes son una población única, por eso, los programas de entrenamiento deben estar orientados a los cambios fisiológicos y psicológicos que se producen durante la juventud. Es importante darse cuenta de que, como se ha mencionado en artículos anteriores, todos los aspectos de la condición física (fuerza, velocidad, resistencia, movilidad y derivados) deben ser desarrollados en cualquiera fase. No obstante, no debemos olvidarnos de los períodos sensibles, siendo primordial el desarrollo del sistema neuromuscular, ya que, la gran mayoría de las capacidades de un futbolista se basan en producir fuerza en diferentes direcciones a alta velocidad. La resistencia, no debe ser considerada un objetivo prioritario si no más bien una característica de cada programa.

Cuando trabajamos como preparadores físicos/entrenadores en la cantera de un club, nuestro objetivo debe centrarse en el futbolista, realizar una intervención individual y educativa con deseo de marcar la diferencia a largo plazo. Hoy presento unas líneas de trabajo sobre las que construir el desarrollo de los sistemas neuromuscular, musculo esquelético y bioenergético. La metodología debe ser diferente en función de la etapa madurativa del niño, por lo tanto, establecemos 5 períodos sobre los que trabajar.

  • Infancia (0-6 años).
  • Final de la infancia (6-9 años).
  • Inicio de la adolescencia (9-12 años).
  • Adolescencia (12-16 años).
  • Final de la adolescencia (16-18 años).I

Infancia

Una etapa en donde los niños necesitan tener la oportunidad de desarrollar esquemas de movimiento maduros en destrezas motoras fundamentales como son correr y saltar. Es importante que los niños disfruten de la actividad a medida que exploran sus mapas de movimiento.Los volúmenes de trabajo no deben ser muy altos, pero si deben acrecentar la confianza del niño y ser un reto constante. Debemos incluir juegos que fomenten las carreras, saltos (sobre una pierna o sobre dos) y la manipulación de objetos.

La clave debe estar en mantener a los niños activos al 100% para ayudar el desarrollo de su sistema de las vías metabólicas bioenergéticas en especial los fosfágenos.

La atención de las tareas no debe estar focalizada en la precisión y si en la distancia, la distancias que puede lanzar, golpear un balón, saltar… de esta forma estaremos desarrollando su sistema neuromuscular y una base sobre la cual entrenar sus unidades motoras en un futuro.

desarrollo físico del futbolista

Final de la infancia

Etapa fundamental para que el niño coja confianza en el juego y participar en el deporte de forma activa. Los niños han de desarrollar destrezas de locomoción, estabilidad y manipulativas mediante actividades divertidas y jugadas.
A medida que van creciendo, sus estructuras del oído interno relacionadas con el equilibrio van madurando por lo que podemos ir incluyendo juegos que hagan hincapié en la coordinación y el sentido cinestésico, siempre acompañados de la velocidad, la agilidad y el equilibrio.

Un jugador de fútbol debe tener la capacidad de activar el mayor numero de unidades motoras en el menor tiempo posible, esa capacidad se puede desarrollar desde muy pequeño. Por ello, en esta etapa debemos incluir actividades explosivas (1 ́ ́- 5 ́ ́) tales como lanzamiento con balón medicinal, saltos, carreras, todo ello debe ser en diferentes planos para que le niños exploren todas sus posibilidades de movimiento. Al ser esfuerzos de tan corta duración nos aseguramos no estresar demasiado a los huesos largos en los que las epífisis aún están en proceso de calcificación.

Las tareas deben ser cortas y variadas para que el niño no pierda la atención. El tiempo de compromiso motor tiene que ser el mayor posible por lo que, deben ser tareas que reten al niño, pero con un éxito alcanzable, instrucciones breves y fáciles de seguir. Como el córtex motor está desarrollando programas que forman el soporte de la adquisición de destrezas y su ejecución, no debemos caer en la repetición sin sentido, una vez que el niño ha alcanzado éxito en la tarea debemos cambiar a otra que lo siga retando, incluyendo los constreñimientos necesarios para ir orientando al niño hacia aspectos clave de la mecánica del salto y la carrera (contacto activo con el suelo, flexión dorsal del pie en la fase de vuelo, reactividad en el salto tanto vertical como horizontal…) En esta etapa, las diferencias entre niños y niños son mínimas por lo que debe estimularse su participación conjunta.

Inicio de la adolescencia

El objetivo debe ser que el niño vivencie la mayor cantidad de destrezas deportivas posible para fomentar su competitividad y confianza. Tareas que presentan la combinación de varias habilidades buscando que el niño comience a adaptar su técnica en función de las demandas del entorno (fuerza, velocidad óptima, etc…).

Debemos empezar a guiarnos por la edad biológica más que por la cronológica, además de que la diferencia entre sexos empieza a ser más evidente.


El trabajo técnico debe ir ganando importancia observando una correcta colocación articular en habilidades como la carrera, saltos, golpeos… con el fin de prevenir compensaciones musculares que acarrearían lesiones en el futuro.

Como esta etapa destaca por la proliferación neuronal debida a que el proceso de mielinización de los axones está llegando a su final, debemos enfatizar en acciones de velocidad explosiva en un contexto multidimensional y multiplanar. De esta forma se produce una mejora en la transmisión de los potenciales de acción motores junto con el tiempo de reacción frente un estímulo.

Cobran especial relevancia las tareas de agarre, lucha, empuje y tracción, tareas realizadas de forma jugada, con corta duración y a la máxima intensidad sin descuidar la mecánica correcta del movimiento.
Como suplemento de todas estas actividades, podemos ir orientando al niño hacia unas habilidades más complejas como es el entrenamiento de fuerza, asegurándonos un correcto aprendizaje hacia un futuro programa de entrenamiento. Se comenzará con cargas bajas o el propio peso corporal, pero a medida que el jugador va evolucionando, se podrán ir incrementando las cargas.

Adolescencia

Podemos considerarla la etapa más importante de la preparación del deportista, ya que será la que marque que el futbolista alcance su potencial físico máximo.
Los cambios físicos pasan a ser más evidentes, ya que aparece el PCR (Pico de Crecimiento más Rápido). Lo niños pueden crecer en torno a los 15cm en un período de 2 años, empezando entre los 10-12 años en las niñas y los 12-14 años en los niños. En esta etapa la oscilación en la edad bilógica suele ser 3 años dentro un grupo, por lo que un entrenador puede encontrarse jugadores con una edad biológica de 11 y otros con una edad biológica de 17. A vista de esto, se debe realizar un trabajo más individualizado para cada caso. Una buena estrategia es la de fomentar la comunicación con los padres para que estos vayan informando sobre cuando su hijo se va aproximando al PCR. Para ello pueden medir la altura del niño sentado, ya que el tronco crece más rápido que las extremidades. Una vez el niño llega a esa fase, su cuerpo está gastando gran parte de la energía para crecer, por lo que, como entrenadores debemos considerar reducir la carga de trabajo y centrarnos en tareas que fomenten el sistema neuromuscular buscando que el niño se adapte lo más rápido posible a los cambios de los esquemas espaciales producidos en su cuerpo.

En las chicas se produce un ensanchamiento en las caderas lo que se traduce en un mayor ángulo q (generando un valgo anatómico), lo que influye negativamente tanto en la técnica de carrera como en los aterrizajes fomentando el riesgo de lesión.
Una vez nuestro jugador a superado el mencionado PCR, el entrenamiento debe ir focalizado al trabajo con cargas orientadas a la fuerza máxima. Con un trabajo de alta velocidad, lograremos aumentar la hipertrofia de sarcómero y el número de estos en serie dentro de la fibra muscular, lo que ayudará a nuestro deportista a ser capaz de producir más fuerza y a mayor velocidad. No debemos caer en la tentación de realizar un programa de trabajo de fuerza para nuestro jugador sin una especificad, los ejercicios planteados deben tener transferencia directa con las acciones específicas del fútbol (saltar, esprintar, desacelerar, cambios de dirección…) y deben ser realizados con una mecánica eficiente para prevenir lesiones por sobreuso, por ejemplo, una correcta producción de fuerza contra el suelo

Después de la pubertad, el deportista comienza a producir lactato tras obtener energía por vía anaeróbica, lo que genera un entorno ácido dentro de la célula provocando la aparición de fatiga. Por ello, para que el jugador sea capaz de tolerar dicha fatiga el entrenamiento debe incluir intervalos de alta duración e intensidad (40-60 ́ ́).

Final de la adolescencia

En esta etapa, las mujeres habrán alcanzado su madurez esquelética, mientras que en los varones se puede alargar hasta los 21-22 años.
Ahora, el énfasis del entrenamiento se centrará en el desarrollo individual y a corto plazo para mejorar el rendimiento competitivo específico del deporte.

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Conclusión

El programa de desarrollo motor debe basarse en un proceso que estimule al deportista para que adquieran competencia en las destrezas fundamentales de movimiento que subyacen dentro del deporte. Este programa de desarrollo físico debe ir ligado con un programa específico del deporte para que el jugador haga las cosas correctas en el momento adecuado, buscando así el desarrollo a largo a plazo en vez del éxito inmediato.

Sería interesante por parte de los clubs mejorar la inversión que realizan en las canteras. Dicha inversión no debe ir orientada hacia estructuras o recursos materiales de última generación, si no a profesionales que sepan como actuar en función de cada individuo, sean especialistas en el movimiento del cuerpo humano y capaces de generar entornos que fomenten el aprendizaje de los niños.

Por último, como idea personal, podría ser interesante para los clubs realizar sesiones voluntarias en función de los grupos de edad mencionados anteriormente. Trabajando única y exclusivamente las habilidades motrices del deportista. Si no fuera posible por disponibilidad de campos, entrenadores, etc… otra estrategia podría ser, en las categorías más noveles, ceder parte de la sesión al desarrollo físico del jugador, ya que antes del futbolista, debemos crear al deportista.

Bibliografía

Brewer, C. (2017). Las Detrezas Motoras Atléticas. Entrenamiento para el rendimiento en el deporte. Madrid: Tutor.

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