Se juega como se entrena. Entrenar para competir.

No “inventes” cosas el día de la competición, porque pueden salir bien, pero también pueden salir muy mal y echar por tierra el trabajo de semanas o meses.

Introducción

Cada partido es “el partido”. Intentas cuidarte para llegar en un buen momento. Para eso, el día antes te acuestas pronto y cenas “más sano” o tomas el desayuno que, según has leído, te hará llegar con más energía. A veces, incluso, pones a prueba algunas técnicas psicológicas, como la relajación o la visualización.

En el mejor de los casos, no te sirve para nada; en el peor, llegas al partido más ansioso o con cierto malestar.

¿Significa que las recomendaciones profesionales no son útiles? Como todo: si no se entrena, no lo son.

Entrenar para la competición

Si nos vamos a la esencia de los entrenamientos y el partido, se supone que hacemos los primeros para lograr el mejor rendimiento posible en el segundo. En las 6-8-x horas de entreno semanal, los entrenadores seccionan el juego e intensifican su práctica, con el fin de que, en una situación similar en el partido, des la mejor respuesta entrenada o, al menos, habiendo practicado estar en esas condiciones, puedas manejar diferentes formas de resolverla.

Con el “entrenamiento invisible”, todo lo que entrenas cuando no entrenas, pasa lo mismo. Intentar cuidar el descanso, la alimentación y la mente para el partido no sirve de nada si solo se hace la víspera. Debes conocerte y ejercitarte en todos los ámbitos para que la preparación sea total. Así que, si buscas un buen rendimiento, habrás de cuidar todos los pilares que lo sustentan y tenerlos presentes a lo largo de toda la temporada.

No desequilibres la importancia de la competición respecto a la del resto de los días. Es evidente que un partido (unos más que otros) añade un plus de emoción, exigencia, esfuerzo. Es por eso que es fundamental todo lo que pasa “antes”, pero ese “antes” incluye la semana, el mes o la temporada, por lo que debes responsabilizarte de que tu preparación sea lo más completa posible y se ajuste todo lo que se pueda a la situación real de competición. Solo así serás capaz de jugar como entrenas.

El día del partido

Habrá partidos, sobre todo en pretemporada, que te servirán también para preparar esta parte de la competición. Es el momento de tantear, experimentar y conocerte. A partir de ahí, a mayor importancia del partido, menor riesgo has de correr. Y con riesgo entendemos cualquier tipo de ocurrencia que no hayas probado antes.

Por eso, ante cualquier partido, céntrate en dos puntos:

  • Intenta que el día se parezca lo máximo posible a cualquier otro: si normalmente te acuestas a las 2 de la madrugada y duermes 6 horas, está bien que te plantees que son pocas para jugar. Pero si es así, también debes considerar dormir más el resto de los días para que tu rendimiento diario mejore. Si con 6 horas de sueño (y ninguna patología al respecto), “funcionas”, no fuerces tus ciclos de descanso para el partido.
  • Cuida el número de estresores que aparecen: la propia competición implica una carga emocional que, en algunos casos, juega en contra desde horas antes. A sabiendas de que hay una parte que no podemos controlar, intenta minimizar las situaciones de estrés añadido. Esto es, preparar la bolsa deportiva con antelación y salir de casa con tiempo de sobra para llegar al campo, te ayudará a evitar o manejar situaciones que eleven tu ansiedad, como puede ser un olvido de última hora o un atasco en la carretera.

Lo importante es que llegues al partido como llegarías al mejor entreno, de manera que lo único que cambie, que no es poco, sea la situación competitiva.

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